Nada está al azar: hay un salón de juegos, que se puede adaptar para cuando los pequeños hacen parte de las celebraciones. Hay una pesebrera, para aquellos que son cómplices de los animales. Hay una casa de alojamiento, para 18 personas, para esos 18 que están tan cerquita del corazón que después de la fiesta son los que permanecen. Hay parqueadero para 150 carros aproximadamente y también, servicio de valet parking. Hay baños para el staff y para los invitados. El de las mujeres, además de espejos enormes, cuenta con una sala y un tocador para el maquillaje. Hay cocina industrial, tal y como un catering profesional se la sueña. Hay la posibilidad de elegir entre más de quince estilos de mesas: rústicas, de hierro, blancas, negras, en decapé, cuadradas, ovaladas, rectangulares… Y también de sillas: Tiffany en muchos colores; Isabelina, en mimbre, metálicas… Además de decorativos. Hay un bar dentro del salón con un estilo neoyorkino para que un barman se luzca.

Hay una zona verde muy amplia, donde las ceremonias al aire libre tienen su propio encanto.

Eso es Villa Celeste: un imponente salón donde las historias se viven con el aura de los árboles, de la naturaleza que se asoma, que rodea. Un imponente salón que compagina con muchas personalidades: los boho, los modernos, los elegantes, los campestres, los minimalistas. Un imponente salón, tan bonito arquitectónicamente que la decoración es opcional.

Como decíamos, los sueños saben restaurarse, saben elegir el camino, saben seguirlo; así mismo, con Villa Celeste: su ambiente sabe transformar la energía de las personas que llegan, su estética les luce a las celebraciones, sus rincones guardan tantos bailes, tantas risas, tantos besos, tantos abrazos que esta Villa, de cielo Celeste, es la sucursal de las historias de amores felices.