Una estructura moderna rodeada en su totalidad de ventanales que van del piso al techo, que se despliegan de par en par hasta formar un ambiente completamente abierto. Las vigas del techo al descubierto y de él 90 bombillos colgados iluminando con calidez. Concreto y vidrio, porque menos es más, porque este estilo industrial de los años 50 llegó para imponer originalidad. Cero columnas. Ambiente integrado al cien. Podría decirse que es una caja de vidrio sobre un amplio deck de madera. Abierta o cerrada, la ciudad se ve a lo lejos. Los enfiestados se pueden quedar adentro. Los conversadores pueden salir a respirar.

En Palau cada detalle fue pensado: la terraza para las selfies, el muro verde para el coctel de bienvenida, el bello jardín iluminado para contemplar la vista a la ciudad, el cuarto de la novia sacado de un cuento de aventura, con su estructura glamping para bajar la tensión de las novias más nerviosas.

Pinos altos, montañas y atardeceres rojizos, morados o azules son el paisaje para que la ceremonia y la fiesta se vivan con la misma belleza. En el día, las ventanas reflejan la historia. En la noche, el brillo de la ciudad envuelve a los bohemios y las luces del deck y los bombillos de adentro encienden el escenario. Cocina industrial —por supuesto— con todo lo necesario para que el catering se luzca.

Cercano a la ciudad, sí. Campestre, sí. Moderno, sí. Se adapta a varios estilos, sí. Tiene el toque industrial exacto, sí. Tiene el toque chic exacto, sí. Precisamente es eso lo mejor: que cumple con la check-list completa. Por eso, directamente desde la lista con los lugares más soñados para celebrar el amor, les traemos este: Palau.