Aunque Elisa no segmenta al diseño, sino que lo advierte como un solo universo, es decir, su ojo es afinado tanto para un objeto como para un espacio; desde que hizo todos los detalles de su matrimonio notó que allí hay un infinito que todavía no se revela, un campo inexplorado. Lo común es que para una celebración se diseñen las tarjetas y, quizás, el Save the date. Elisa amplía ese espectro, muestra una perspectiva más versátil, una posibilidad inagotable.

A eso dedica sus días: a ir más allá. Por supuesto que diseña tarjetas y el Save the date; pero también un print para los individuales de la fiesta, para algún mantel o para las servilletas, el menú, los marcadores para las mesas, botones o delantales para los meseros, tableros de bienvenida al coctel, álbum de fotos de la luna de miel... 

Una tarjetica digital como agradecimiento por los regalos o un detalle sorpresa para el novio o la novia antes de que se vean en el altar.

Su estilo es limpio, neutro, inclinado a lo natural, a lo orgánico. Es básica, pero los detalles se adueñan de su pulso, de su ojo, de su mente. Puede quedarse horas completas puliendo un puntico, una línea, un “algo” que no se nota mucho cuando está, pero que deja un hueco enorme si falta. Así su trabajo: lleno de sutilezas que agregan sentido, valor, belleza. Su mente nunca se detiene; es dispersa, inquieta, dibuja, raya en el iPad, abre la ventana para que entre la luz. Así es como se mueven las ideas, así es como revolotean en su imaginación, así es como su ojo afinado y pulido apunta y, entonces, surge la chispa. Por cierto, es 20-20.