Casi siempre están en el backstage de la fiesta, en la cocina, preparando un ceviche que se ha vuelto icónico o siguiendo al pie de la letra el menú que crearon con los novios. Un menú de ingredientes frescos, que Juan Pablo previa y personalmente seleccionó en la plaza de mercado. Un menú que refleja el ADN de los novios, que Jacklin descubrió mientras conversaba con ellos. Un menú hecho con todo el conocimiento y las técnicas gastronómicas adecuadas. Un menú que incluye coctel de bienvenida, pasabocas, entrada, plato fuerte, snack de media noche y un shot para animar la fiesta. Un menú fácil de entender, porque como les decíamos, esta no es la historia de un chef al que le gusta complicarse: la cocina de Mystique no es pretenciosa, pero sí contundente; de sabores intensos, definidos, hechos a la medida y con la mejor energía.

Sí, esta también es la historia de los que creen que la energía es poderosa, contagiosa, que puede crear o destruir. Quizás por eso, Mystique es capaz de sorprender a 350 invitados en completa armonía, porque Juan Pablo y Jacklin están alineados desde aquel verano en Beijing donde se conocieron, están  sincronizados desde aquel 2009 cuando decidieron ser —juntos— una empresa de catering cercana y propositiva, están conectados desde aquel 11 de noviembre de 2012 cuando se casaron.

Precisamente, entienden la trascendencia de este día. Saben bien que hay que danzar al ritmo del momento, que Juan Pablo cocina adentro, mientras Jacklin mantiene el orden afuera; que Juan Pablo crea exactamente lo que sirvió el día de la prueba, mientras Jacklin coordina que nadie se quede sin saborear el pollo marinado en cerveza negra o la sopa de maíz con tocino salteado que nunca olvidarán. Saben mucho, saben todo. Son equipo y complemento: ella chispa, él prudencia. Son compañeros y amigos, puerto y destino. Son energía, mucha energía.

Decíamos entonces que no es la historia de un chef, sino mejor la historia de una pareja que conversa con muchas parejas más sobre qué les gustaría saborear el día del “para siempre” más celebrado. Es la historia de un colombiano, al que su nana Lourdes lo antojó de cocinar y se fue a estudiar a Estados Unidos artes culinarias; de una colombiana con descendencia francesa y paladar versátil. Es la historia de los sabores, de cómo la memoria gustativa convierte en un recuerdo inolvidable aquel día en el que Mystique sirve la mesa.