Que su equipo de trabajo sean jóvenes entre los 20 y los 25 años es ventaja y mérito: no solo por la frescura con la que se disfrutan cada minuto, sino por la capacidad práctica para resolver inconvenientes. En total son 80. 80 estudiantes universitarios. 80 jóvenes capacitados que llevan entre dos y tres años haciendo parte de esta historia. Una historia que empieza sirviendo la mesa, atendiéndola. Una historia que empieza en el backstage del bar, repartiendo los brindis y los tragos. Una historia que, después, hace tres años, también decide traer vajillas de Alemania, cristalería de República Checa, cubiertos de Portugal y, entonces, ofrecer dentro de sus servicios el alquiler de menaje.

Menaje para 50, 100, 200 y hasta 800 personas. Con la posibilidad de combinar vajillas rústicas con clásicas, de crear una experiencia alrededor de la mesa.

Tienen lo necesario, lo suficiente y lo soñado: platos hondos en barro, individuales artesanales hechos en Barranquilla, copas de vino en forma de campana, servilletas tipo picnic, estampadas y de colores planos; platos dorados con texturas, platos rectangulares, cubiertos en acero; dorados y negros, bandejas, salseras… La lista —que es larga y continúa— también incluye las emblemáticas y encantadoras vajillas del Carmen del Viboral. Por cierto, son los primeros proveedores en tenerlas.

Por cierto, nada atípico en ellos. Aunque no creen mucho en “lo que está de moda”, y sí en “lo que le gusta a cada cliente”, siempre van un paso adelante, al lado de la vanguardia. Y sobre todo, siempre, tienen dispuesto un menaje exclusivo, porque cada invitado, cada Mesa y cada Bar, se lo merecen.