Luisa lo sabe. Lo siente. Lo entiende. Por eso, las escucha. Las mira. Las analiza. Les pregunta qué les gusta, qué no les gusta, cómo se visten en el día a día. Y las vuelve a mirar: cómo se mueven, cómo hablan, cómo cogen el bolso, qué accesorios tienen. Y las vuelve a escuchar: cómo quieren verse, cómo quieren sentirse. Esa conversación Luisa la traduce al lenguaje con el que mejor se expresa: el artístico. Ese que fue creando en cada tarde, cuando después del colegio, gastaba el tiempo entre arcilla, óleos y pintura en el taller de su abuela. Ese que siendo niña, la hacía buscar telas de todos los colores y todas las texturas en cada viaje para, simplemente, coleccionarlas. Ese que siempre ha estado dentro de ella.

Es milimétrica: no pone un hilo de más donde no debe estar. Es perfeccionista: cuando de satisfacción se trata, repetir un vestido sí es una opción. Es ordenada: con sus prioridades, con su agenda, con sus compromisos. Y su equipo, consolidado desde hace ocho años, heredó todas sus características. Juntos logran interpretar el gusto de muchas mujeres, olvidando el propio.

Juntos logran coser la sonrisa indeleble de Daniela, Melissa, Juana o Andrea. Juntos transforman todos los “no sé bien qué quiero” en “tuales” (moldes iniciales en tela); todos los “quiero verme así” en vestidos fluidos, cómodos, románticos, llenos de detalles sutiles, hechos con materiales orgánicos; y todos los “esto era exactamente lo que quería” en la felicidad de Mariana, de Valentina, de Natalia, de Camila: en la felicidad de sentir que ese y ningún otro, era el vestido que les pertenecía.

Hay cosas que nunca cambian, que permanecen inmunes en el tiempo. Hoy, para Luisa Nicholls, los viajes siguen significando lo mismo: buscar lugares recónditos para encontrar telas que enamoren sus ojos, sus manos, su imaginación.

Lo que antes era una alegría de niña, se convirtió en su sello, su marca, su expresión. Por fortuna, ese gusto por las telas se convirtió en un amuleto de la buena suerte, que le recuerda constantemente lo que es y nunca va a dejar de ser: una maga de sueños, una diseñadora del amor.