Pausada, de respuestas contundentes. Segura de sí misma. Lorena sabe lo que hace y transmite esa tranquilidad, ese conocimiento. Detrás de la puerta de su estudio, diseñado con todo el amor, nadie imagina lo que se va a encontrar. Madera clara, flores, un espejo grande iluminado y cada cosa en su lugar. Todo en orden, impecable: como ella, como su casa, como su cotidianidad. Un espacio pensado para que todos estén felices, desde la maquilladora hasta la novia y sus acompañantes. Música acústica, un cómodo sofá para no esperar de pie, algo frío para tomar y muchas revistas para leer.

Entre semana, después de las cinco de la tarde, el estudio casi siempre está reservado para pruebas de novia. El resto del tiempo se convierte en el lugar ideal para hacer maquillaje social y cursos de automaquillaje, grupales o personalizados.

Los fines de semana de Lorena son movidos. Viernes, sábados, domingos y festivos. Con una silla a su altura y maleta en mano, llega siempre puntual a la cita con sus novias. 

Las jornadas son extensas, sabe a qué horas empieza, pero nunca a qué horas termina, por eso prefiere empacar lonchera.

Lo más importante ese día es hidratar la piel. Consiente a sus clientas y les aplica cremas, sueritos y contorno de ojos antes de empezar a maquillarlas. Parte del hecho de que todas son lindas y de que ese día se tienen que sentir especiales, como unas princesas. Lorena es versátil, pero el resultado de su trabajo se caracteriza por ser muy natural, con peinados desestructurados y productos cosméticos de muy buena calidad que garantizan algo fundamental: duración.

Detrás de La Pec hay una mujer trabajadora, cálida, que le gusta cuidarse. Una mujer que nunca sale a la calle sin pestañina ni iluminador, que cuando no está maquillando disfruta acostarse en la hamaca de su balcón y seguir aprendiendo. Mira videos con nuevas técnicas y productos para perfeccionar una pasión. Un trabajo que le encanta, tanto como sus pecas.