Su primer contacto con la industria empezó por una necesidad puntual de sus clientes: crear recordatorios en forma de suculentas para dejar sobre el puesto de cada invitado. Consciente de que el presupuesto para esto no es muy amplio, Laura investigó materiales y diversificó su oferta. Hoy tiene materas de plástico, hojalata, barro, vidrio, papel, cobre y diseños miniatura de cerámica, cuando es necesario sin esmaltar para reducir costos y consentir a las novias. A veces recordatorios, a veces invitaciones, a veces decoración para el hogar. Siempre, una opción llena de vida y buen gusto.

Enamorarse de Jabalinas es tan fácil y los clientes llegan con tantas ideas, que la línea de novias siguió fortaleciéndose. Coronas, yugos, gallardetes y hasta centros de mesa bajo un mismo concepto: orgánico, desestructurado, natural. Mucho verde, como el de las montañas con su gama infinita de tonalidades y contrastes. Helechos, enredaderas, melenas, rusco, tillandsias, eucalipto. 

Plantas bonitas, resistentes, que entre formas, caídas y colores hablen de la personalidad de una novia fresca, descomplicada, natural. Laura tiene su propio vivero para divertirse mientras cultiva. Las plantas son sus amigas, parte de su vida. Les habla, les canta todos los días. Trabaja para crear una conciencia colectiva, para compartir sus conocimientos, para educar y, sobre todo, para que esa diversión verde llegue a muchos hogares. Para lograrlo, le toca la puerta a las parejas. ¿Qué tal una huerta casera? ¿un jardín vertical? Ella se emociona solo con la idea y está lista para proponer, para ayudar.

Jabalinas valora, respeta y se nutre del pasado, pero vive en un mundo moderno. Un mundo que merece respirar un aire más puro, como el que respira Laura en su oficina. Allí, sobre su escritorio, esa lista de cosas que más le gustan de su trabajo sigue creciendo. Aparecen nuevos motivos para amar lo que hace, por ejemplo, ver sonreír a muchas novias.