Comenzó haciendo las fiestas de cumpleaños de Carlos Eduardo, su hijo. Fiestas temáticas, originales, salidas de lo que todas las personas estaban acostumbradas a ver. Investigaba, exploraba y creaba. Precisamente, para una de esas celebraciones, se inventó una forma de iluminar la vida de su hijo: lámparas en cubos, de colores, futuristas, novedosas. Ese fue su gran comienzo, el sello que le otorgaría innovación y originalidad desde ese día, hasta hoy.

Las lámparas no bastaron para su mente inquieta. Llegaron las sillas, diferentes a las que se usaban. Las mesas, diferentes a las que se usaban. Los centros de mesa, diferentes a los que se usaban. Y Adriana estuvo ahí. Llegaron también las telas para decorar los techos. Y Adriana no solo estuvo ahí, sino que creó una tendencia, su propia tendencia. Follaje, luces, telas, lámparas majestuosas, flores de todo tipo. Los techos son su adoración. Es capaz de fabricar un ambiente irreal e imponente a través de la decoración que construye arriba: techos botánicos, fantasiosos, rústicos o brillantes.

Así es como ha logrado estar arriba: con dedicación, pasión e imaginación. Con tranquilidad y espiritualidad. Esas parecen ser las claves para que hoy GLAM cuente con un equipo de 25 personas internas, con aproximadamente seis mil sillas, 500 mesas e innumerables accesorios de decoración para alquilar, con un promedio de mil clientes al año y una sumatoria de sonrisas sinceras que no tienen precio.

En palabras técnicas, GLAM es una empresa de decoración y alquiler de mobiliario para todo tipo de eventos. En palabras técnicas, GLAM organiza fiestas, cumpleaños, matrimonios. Sin embargo, en palabras verdaderas, GLAM es sinónimo de vida, de renacimiento, de aprendizajes y descubrimientos. GLAM es sinónimo de techos que pareciesen ser el mismo cielo. GLAM es sinónimo de Adriana Montoya.