Más allá de los tratamientos que ofrecen: inseminación artificial, fertilización in vitro, donación de óvulos, medicamentos estimulantes; más allá de los porcentajes y las estadísticas: de cada 10 parejas, dos pueden tener problemas de fertilidad, a los 20 años la mujer tiene una probabilidad del 20% de quedar en embarazo; a los 30, del 18% y a partir de los 45 disminuye hasta el 12%; más allá de la tecnología: time lapse, un dispositivo que permite dejar al embrión en la incubadora y hacerle observación desde allí; más allá de los tecnicismos y de la información densa, en Ferttes le dan campo a la esperanza.

Saben bien que a quienes acuden a ellos, se les ha ido agotando. La tratan con cariño, la acarician, la miman.

Le susurran despacio que los milagros ocurren, que ellos los han visto, que es cuestión de que muchas cosas sincronicen entre sí, pero que no por eso dejarán de intentarlo. Entonces, la esperanza va anchándose y, de pronto, sucede: hay dos corazones latiendo en un mismo cuerpo. Hay vida. Hay fuerza. Hay naturaleza poderosa y sabia. Hay origen.

A veces el camino es sinuoso. A veces llegan las lágrimas. A veces llegan la desesperación y la frustración. A veces llega el miedo. Casi siempre está la incertidumbre, el hubiera y el qué tal si… pero también llega la alegría inenarrable, la sensación que no puede nombrarse, el asombro de estar vivos. También llegan los milagros y en Ferttes lo saben, por ciencia y por amor.