Tomaron entonces, diferentes rumbos: Carolina trabajó en el área de mercadeo de una empresa de moda y Cristina se quedó en la gerencia de Casa Arcano, el centro de eventos que tienen desde hace más de once años. Con el tiempo, empezaron a preguntarles si hacían matrimonios, eventos, si decoraban. La vida las estaba juntando para formar un equipo inseparable: Carolina, diseñadora; Cristina, ingeniera; la que sabe de tendencias y la que sabe de presupuestos, a la que se le ocurren ideas que parecen inverosímiles y la que es capaz de materializarlas. Un equipo de amigas y hermanas, un equipo que llega a utilizar hasta 20 variedades de flores en un solo evento, un equipo que se asegura de complacer tanto a sus clientes que para la reunión de aprobación llegan con un balde lleno de flores —parecidas a las que escogieron— por si hay cambios de la muestra física.

El primer matrimonio que decoraron fue uno tradicional, en el que las rosas rojas no faltaron. El segundo fue en Balsillas, para el que construyeron un mobiliario adecuado, se volvieron electricistas para poner luces en la playa y entrenaron gente del pueblo para que fueran los meseros. Quizás perdieron la cuenta de cuántos matrimonios han hecho, pero nunca el amor o el empeño para que cada sutileza encaje.

Sin importar el gusto personal, son capaces de leer expectativas —y superarlas—, de captar la esencia de los novios, de crear lugares que se parecen a sus anfitriones, de generar ese “sí, qué fiesta tan ellos” en los invitados. Crean ambientes completos, pero las flores son su foco. La decoración natural es su manera de contar historias. Es por eso, también, que han sabido construir un equipo comprometido; porque hacer arreglos florales es un acto de amor, de energía. Las flores sienten el aura de quienes las tocan.

Creta es la isla más grande de Grecia, la principal. Creta también se llamaba la marca de accesorios que tenían Carolina y Cristina. Vendían aretas, pulseras, collares para ahorrar y viajar a Creta. Para conocerla, recorrerla. Para ir hasta el Mediterráneo. Por eso el nombre: por un sueño, por un norte, por un ideal. No han viajado a Creta. Es un recordatorio en la lista de asuntos pendientes, pero Creta se les convirtió —por casualidades y causalidades— en una empresa de decoración y wedding planner. Sobre todo, de decoración. En un homenaje a las flores, que siempre han estado tan vivas dentro de la vida que han vivido, dentro de lo que ellas son.