Compartieron atril en la Red de Escuelas y en el Programa Amadeus. Después, cada uno eligió su camino: Andrea se graduó de Comunicación Gráfica Publicitaria y Juano optó por el pregrado en Música.

Clave de Dos nació en un salón de clases, de un ejercicio académico en el que Andrea debía crear una marca. ¿Qué tal si formamos un grupo?, le dijo a su hermano. Y así surgió todo, desde el nombre y el logo hasta el sueño de hacer empresa, en familia. Un sueño que, cuando lo miran en retrospectiva, han construido paso a paso, con esfuerzo, de menos a más; guiados por la intuición y la pasión, y agradecidos con quienes han sido su apoyo, siempre.

Hoy Clave de Dos, más allá de ser un dúo de violines, es una agrupación versátil, capaz configurar distintos formatos. ¿Cómo lo logran? Haciendo equipo, trabajando entre amigos, sumando al grupo una voz y la armonía del piano, el chelo y el contrabajo. Juntos consiguen generar esa atmósfera íntima y emotiva que se busca para las ceremonias o inyectarle una energía especial al coctel y la recepción de una boda.

Su show principal es el dueto de violines. El atractivo de este espectáculo, confiesan los hermanos, está en la complicidad, en la forma como se miran, sonríen y se conectan entre ellos; en la interacción que crean con el público. También en que saltan y bailan, en que vibran con lo que hacen. Y eso se nota.

Su repertorio, tan clásico o actual como se quiera, explora canciones desde Frank Sinatra, uno que otro tango, hasta los éxitos del pop y la electrónica.

En una charla cercana, como de amigos, tal vez con un café sobre la mesa, así presentan su trabajo a los novios, sin intermediarios.

Les gusta escucharlos, estar abiertos a sus peticiones, olvidar decir no y complacerlos. Dejar que esa especie de frase-mantra que los acompaña en las redes sociales –Tus sueños también son nuestros– se cumpla y se llene de sentido. Y que el día de la boda, cuando Andrea y Juano toque sus violines, sean muchos más los corazones latiendo con fuerza al ritmo de Clave de Dos.