Cuando alguna amiga del colegio quiere una foto de aquel entonces, sabe que puede recurrir a Clara. Tiene un archivo diverso y grande. También de los años universitarios. Tomaba fotos todo el tiempo, le gustaba documentar la vida, retratar los gestos más espontáneos e inesperados de las personas. Tenía catorce años cuando cogió por vez primera una cámara en sus manos y unos 22 cuando compró la suya, después de haber ahorrado mucho. Aún la conserva: una Canon 600D, con el enfoque malo.
El arte siempre rondó por su mente, como un mar que se mece tranquilo. Es, desde siempre, hábil para apreciar la naturaleza, tiene el don de los detalles, de la sensibilidad a leguas. Durante la universidad —estudió Comunicación Social y Periodismo— eligió un enfoque audiovisual y, lentamente, se adentró en ese mundo que ya la perseguía antes. El futuro estaba en ella, hizo un cortometraje con su celular (cuando esta modalidad era escasa), se graduó con una tesis sobre redes sociales (cuando la narrativa, no incluía casi nada sobre este discurso) y con su cámara se la pasaba espiando la vida (cuando no era lo común).
Te hace feliz: ver a las personas que quiero felices.
Un hobby favorito: ver películas.
Una película que recomiendes: El Estudiante.
Blanco y negro o a color: color.
Una cámara y un lente: Canon 5D / SIGMA 24-70.
Un sueño: hacer un matrimonio en México.
Sus fotos la encaminaron a ser asistente de iluminación en matrimonios y eventos. Cargaba bolsos, ayudaba con el flash, con los equipos. Ningún oficio era aburrido, estar inmersa en aquel mundo —de recuerdos y sonrisas fugaces— le estrujaba el corazón. Además, cada día, su idea de ser fotógrafa se ampliaba más, se robustecía. Después de varios meses, un amigo le dijo: “Me voy a casar, tómame las fotos”. Ese día su vida dio un giro. Un giro de esos sutiles, pero absolutos: aquellos que lo cambian todo. Desde entonces, el amor está delante de su lente y sus pupilas como ese faro infalible.
Observa mucho, ese don que pocos cargan. Conversa con las parejas, no los dirige, los invita a que sean: sean lo que son, sean tímidos o chispa, sean risueños o serenos.
Sean, sin más. ¿Qué hace Clara? Adentrarse. Esculcarles la energía y experimentar con la luz. Le gustan los contrastes: le gusta que una pareja clásica esté en un ambiente más irreverente, y viceversa. Le gusta la limpieza, las fotos sinceras. Le gustan muchas cosas, muchas más: le gusta el lenguaje corporal, le gusta ser cuidadosa y exigente, le gustan las fotos después de la ceremonia, —íntimas y espontáneas, sin los nervios anteriores— le gusta el ambiente que se vive en la fiesta, alegre y feroz como ningún otro.
¿Qué es una foto? Le preguntamos a Clara. Se queda pensando y responde de manera bella: una foto es el alcance. En otras palabras: una foto es un momento que es capaz de resistir la prueba del tiempo.
Clara Mendoza
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