Andreina + Jesús

Se pueden hacer varios intentos tratando de explicar qué es lo que pasa cuando dos almas se reconocen. Y, sin embargo, es ineficaz. Parece un fenómeno inverosímil, que se sale de lo racional. En todo caso, a algunos les pasa: se ven, sienten que se conocen desde siempre, que solo estaban esperando el momento para reencontrarse. Que, por fin, está ocurriendo.

UN CARNAVAL, UNA COMPARSA

Como catarsis, como celebración —quizás—, como un despertar, Andreina viajó a Barranquilla para participar del carnaval. Desfiló en una comparsa vestida de pájaro, como símbolo de aires nuevos y nuevos vuelos. Era 2017, quería despedirse de una vida que ya no le pertenecía.

En medio de criaturas, de disfraces carnavalescos, de toros, de diosas del Olimpo, de pulpos y demonios, estaba ella, requisando su soledad con cautela. Disfrutándosela con el sol caliente de la costa colombiana. Empezó a sonar salsa y Jesús la sacó a bailar. Ella pájaro, él indio; con plumas y taparrabos. Bailaron, sin decir una palabra hasta que la curiosidad se asomó. Que de Venezuela, le dijo ella. Que él también, respondió. La casualidad siguiendo el ritmo. Entonces, sonó el pito que anunciaba que La Batalla de Flores había comenzado. Bailaron por toda la Vía 40, uno al lado del otro. Él se acercaba, ella lo alejaba con las alas multicolor. Él regresaba, ella le daba un picotazo.

La próxima vez que te guste alguien en un carnaval, procura que no tenga un disfraz tan aparatoso… le dijo ella. Traté de que no se me notara, le respondió él. Llegaron a Barrio Abajo, el lugar donde nació el carnaval. Se tiraron en una acera para recargar ánimos y mientras tomaban caldo, se conocieron más. Los 27 años de él frente a los 32 de ella fueron un no, jamás, pero la conversación —cada vez más profunda— hacía resonancia en su cabeza.

No hubo besos esa noche, pero sí una conexión evidente: les preguntaron cuánto llevaban de novios, les dijeron que hacían pareja… Hubo algo poderoso ese día que se quedó con ellos hasta hoy.

CUATRO DÍAS MÁS

Después del baile, pasaron cuatro días más juntos y luego, el adiós: ella regresó a Bogotá y él a Cartagena donde estaría durante tres meses y luego se iría a vivir a Estados Unidos. Pero el amor cambia el orden natural de la relevancia: mientras ella creía que quizás tanta chispa había sido momentánea, él la invitó a una isla cercana a Cartagena.

EL REENCUENTRO

Pasaron dos meses antes de volver a verse. Los nervios, las ansias, las dudas y un aeropuerto como sala de espera al futuro que vendría. Se encontraron, se abrazaron, se besaron. Lentamente, los no de Andreína se encontraron con los de Jesús. El reencuentro estaba ocurriendo en perfecta sincronía.

Al otro día se fueron para el archipiélago de San Bernardo. Ese viaje fue confrontación —en el mejor de los sentidos—, fue amor, fue conexión, fue la vida mostrando su versión más pura y alegre.

Un año y medio después regresaron a esa isla, a los recuerdos, a los días cúspide para celebrar el cumpleaños de Andreina. Jesús alquiló una casita que flotaba en el mar y planeó con cautela cada sorpresa: en el restaurante, en la playa, cuando se bajaban de una lancha alguien estaba atento a entregarle un sobre a ella. Varias cartas con símbolos que contaban la historia de los dos y detrás, pistas del lugar donde estaría la próxima. También le dio un mapa para indicar las islas y la secuencia, la búsqueda de ese acertijo. Andreina estaba feliz con el juego cumpleañero hasta que un día, todo pareció algo más.

Los recogieron en una lancha con flores y velas y los llevaron a una laguna de manglares. Era de noche, había plancton luminoso y en el agua flotaban faroles. Luz por donde se mirara, por donde se sintiera. Comienzan las escenas que se grabaron como fotogramas: Jesús le entrega una última carta con el infinito dibujado. El conductor de la lancha graba. Jesús se arrodilla y le muestra un anillo. Andreína responde obvio. Porque a veces lo obvio coincide con lo más feliz.

LA INSPIRACIÓN

No quisieron inspiración que acudiera a mirar tableros de Pinterest y encajara solamente con un nos gusta, está linda. Querían que la inspiración fueran las minucias de su propia historia, lo diminuto y lo real: el carnaval, el Agustine (el velero donde se quedaron en su primer viaje a las islas), los símbolos de la propuesta… De esta manera fueron armando una ceremonia y una fiesta para 70 invitados, los más cercanos.

Se casaron en la isla Tintipán, en ese mismo lugar donde la luz estuvo con ellos. Entraron por el muelle, que representaba esa Vía 40 por la que bailaron juntos disfrazados, esa calle donde se conocieron. Llegaron a la playa Cuatro Encantos (como quisieron llamarla ellos en honor a esa cascada en Nuquí donde vive otro recuerdo de esta historia). Así cada espacio tenía un nombre que les recordaba algún instante: la zona donde fue la comida, por ejemplo, se llamó Tintipán y la pista de baile fue La Puntica no ma’, como la comparsa donde bailaron ese primer día.

Los símbolos de las cartas (pluma, gota, el número uno, manglar, infinito) se los entregaron a sus padrinos y madrinas para que, inspirados en ellos, les regalaran algunas palabras durante la ceremonia. Se unieron a través de un ritual espiritual liderado por Melina, una sacerdotisa que ayudó a Jesús a planear la propuesta. Un ritual donde lo material hacía eco de lo que estaba dentro. Un ritual que le hizo guiño a los significados, a las memorias, a lo real. Al amor sintiéndose, por momentos, como algo tangible: que se ve, que se toca, que se escucha.

(UN PARÉNTESIS)

(Un paréntesis que, creemos, se tiene que hacer. Porque aunque la utopía, el idealismo, el romanticismo van ganando la carrera muchas veces, hay que decir que un matrimonio en una playa no es fácil de planear. La logística es exigente, el transporte, la producción. Andreina lo dice: al ser una isla, todo había que llevarlo. Trabajamos con elementos del lugar, sobre todo en decoración, pero muchísimo se llevó desde Cartagena y Tolú. Tuvimos varios viajes de producción. Teníamos al mejor equipo posible con Bodas de Cuento, pero quisimos decidir sobre cada detalle, así que nos tomó full tiempo. Nuestros fines de semana trabajábamos en la boda, en tomar las decisiones que Ale nos iba indicando que debíamos tomar.

Organizar las estadías de los invitados también fue complejo. Visitamos todas las opciones, hicimos cuadros comparativos. Luego los transportes, todos en lancha. ¡Una locura! Hacer una boda en una isla, no es fácil…)

EL VESTIDO / EL TRAJE

Llegó a Gina Murillo por De Novia a Novia. En el evento itinerante se midió varios vestidos de esta diseñadora caleña. Todos le gustaron, todos parecían hechos para ella, cualquiera que se medía la dejaba más indecisa que el anterior. Entonces, supo que quería uno propio. Pensado para ella, que relatara un poco de ese carnaval, del pájaro que fue, de las alas que sintió. Estuvo varias noches con Mayte González, su amiga y su madrina, dibujando, lanzando trazos… lograron cuatro bocetos, cuatro vestidos. Después conoció a Gina y fue cariño inmediato. Recibió sus propuestas y recogió en una sola lo esencial de las otras. Un collage de varias telas, clásico pero con toques bohemios. Flecos sutiles al final para darle movimiento, espalda descubierta, velos ligeros en los hombros semejando alas… un vestido libre, que se ondeaba con el aire, que pertenecía al viento, a ella. Tan pájaro fugaz, tan suelta como un vuelo.

El traje de Jesús lo hizo Juan Pablo Socarrás. O, mejor, entre los dos. Conversaron sobre lo que no podía fallar: la comodidad, la elegancia, la sencillez.  Después de tener lo fundamental, llegó lo esencial: el detalle en la parte de atrás del saco, bordado por mujeres que salieron del conflicto, el símbolo infinito hecho a partir de un pájaro y un indio y la camisa colorida alusiva al carnaval.

APUNTES VARIOS

Invitaciones /decoración
Esta fue una fiesta dedicada al viento. Al sol. A la arena. A las orillas que se encuentran. En una isla casi inhóspita, donde la naturaleza está tan serena como inexplorada. Intentaron ir en esa coherencia: sus invitaciones fueron digitales diseñadas por Jesús y en la decoración optaron por tener conchas de mar, corales, naturaleza seca. Nada de flores.

Maquillaje/peinado
Para su maquillaje y peinado eligió a Silvia Sanabria, su mamá colombiana, como ella la llama. Esa mujer que rotó su hoja de vida hasta conseguirle trabajo, que la aconsejó cuando recién llegaba a Colombia, que ha estado ahí durante más de ocho años consintiéndola (además de peinándola y maquillándola).

Música
Para la ceremonia, dj Fetcho les hizo un remake de Canon en D mayor, más carnavelesco, más alegre. Entraron juntos, tomados de la mano, sin el protocolo del padre y la madre, sin antecedentes fijos: el amor yéndose por sus propias corrientes. Luego estuvo Juan Carlos Bernal y para el remate, una fiesta con los Tropikal Broders, con champeta y cumbia electrónica.

Comida
Sin muchas complicaciones, eligieron buffet, pero el gran toque fueron los postres: enyucados, cocadas y marquesas de chocolate (una torta típica venezolana de galleta y chocolate). La unión de tres lugares: Colombia, el Islote y Venezuela. Tres recuerdos que saben mucho.

LA CEREMONIA / WILLIAM Y VANESSA

En el ritual espiritual que quisieron Andreina y Jesús está el principio y el sostén de su amor: ni una, ni otra religión que pudiera excluir a alguien y sí, un momento energético potente, una lección de unión y paz.

Melina fue la guía, la sacerdotisa que orientó la ceremonia; pero en este punto hay que introducir a William y Vanessa; la pareja creadora de Bodas Simbólicas en el Amor, y los encargados de agregarle misticismo, sensibilidad. Al llegar los invitados, se encontraban con ellos dos, vestidos como chamanes y con Salvia blanca (una planta sagrada y medicinal) expulsando las energías pesadas y enredándolas en varios atrapasueños que colgaban de las palmeras. El ritual, entonces, consistía en que fueran sus personas más cercanas, sus guardianes (como ellos les dicen con cariño) quienes los unieran a través de la palabra. Sus mamás, un padrino y dos madrinas dijeron por qué defendían el amor entre los dos, por qué era un cariño bueno, limpio. Mientras hablaban, sostenían un cristal que luego ponían en un mandala que estaba sobre la arena. Después vinieron los votos, donde ella recordó que aquel amor no era otra cosa que un reencuentro. Se intercambiaron los anillos (que bendijeron los papás) y para cerrar la ceremonia, William y Vanessa encendieron un fuego especial, verde, ceremonial; un fuego hecho por un alquimista al que le lanzaran —en forma de tierra— intenciones para los dos.

Cuando llegaron al coctel, Reymar Perdomo, la artista venezolana que compuso Me Fui, estaba esperándolos para cantarles una canción que había escrito para ellos. Se conocieron en el cumpleaños de Andreina y la conexión fue instantánea. Cuando Reymar supo que se casarían, les preguntó —por separado— qué significaba él para ella y ella para él y eso la inspiró, la hizo cantarles, la hizo regalarles uno de los momentos más especiales de ese día para ambos. Porque coinciden en eso: fue repentino, sorpresa y para siempre.

Después llegó la fiesta en la arena, la hora loca con pinturas de neón en las caras de todos. Un carnaval para el alma, para el cuerpo. El amor como comparsa que pasa y arrasa, que pasa y se queda, que pasa y colorea. Eran las nueve de la mañana y Andreina estaba metida en el mar, con su vestido, abrazada a los que resistieron el amanecer.

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Andre y Jesús: son pocos los afortunados que sienten, con tal sintonía, que parecen que todas las vidas las pasaron juntos. Que esa suerte, ese trance, les alcance un día más, después de terminar el día. ¡Abrazos de parte de esta Libreta!

Parece un fenómeno inverosímil, que se sale de lo racional. En todo caso, a algunos les pasa: se ven, sienten que se conocen desde siempre, que solo estaban esperando el momento para reencontrarse
Fotos: Susana de la Calle.
Un collage de varias telas, clásico pero con toques bohemios. Flecos sutiles al final para darle movimiento, espalda descubierta, velos ligeros en los hombros semejando alas… un vestido libre, que se ondeaba con el aire, que pertenecía al viento, a ella. Tan pájaro fugaz, tan suelta como un vuelo
El detalle en la parte de atrás del saco, bordado por mujeres que salieron del conflicto, el símbolo infinito hecho a partir de un pájaro y un indio y la camisa colorida alusiva al carnaval
Querían que la inspiración fueran las minucias de su propia historia, lo diminuto y lo real
Se unieron a través de un ritual espiritual liderado por Melina, una sacerdotisa que ayudó a Jesús a planear la propuesta. Un ritual que le hizo guiño a los significados, a las memorias, a lo real. Al amor sintiéndose, por momentos, como algo tangible: que se ve, que se toca, que se escucha
Esta fue una fiesta dedicada al viento. Al sol. A la arena. A las orillas que se encuentran
Cuando llegaron al coctel, Reymar Perdomo, la artista venezolana que compuso Me Fui, estaba esperándolos para cantarles una canción que había escrito para ellos
Un carnaval para el alma, para el cuerpo. El amor como comparsa que pasa y arrasa, que pasa y se queda, que pasa y colorea

APUNTES FINALES

¿Qué consejos les darían a todas las parejas que en este momento están organizando su matrimonio?

- Tener claro qué es lo que quieres hacer para después organizarlo bien.
- Que lo diseñen a partir de lo que para ellos es importante.
- Si no tienen el tiempo, delegar a alguien: Alejandra, de Bodas de Cuento, nos salvó.

Cuatro cosas que consideren clave para que una relación sea un éxito:

- El orgullo no puede hacer parte de una relación. Se forma un muro inquebrantable que después nadie derriba.
- Comunicación: no dejar de hablar, de decirse las cosas de buena manera.
- Negociar.
- Tener una mentalidad de crecimiento siempre: no pensar que una situación difícil es el final, sino una oportunidad para avanzar.

BAJO EL LENTE Y LA MIRADA DE SUSANA

Cuando empecé a tomar fotos de bodas, imaginaba una pareja en especial. En mi mente los veía mirarse entre sí. Sentía la profundidad de sus abrazos y la sinceridad de sus besos. Soñaba con una pareja apasionada hasta el infinito por los detalles. En mi imaginación, armaba el look completo de la novia y visualizaba algunos momentos de la ceremonia. Quería que fuera celebrada al aire libre, con unos invitados igual de emocionados que los novios, con un ritual energético que estuviera alineado a mis propias creencias. Un día Ale me escribió diciéndome: Susy: eres la elegida. Yo iba a ser la fotógrafa de una pareja que se parecía mucho a la de mis sueños.

Recuerdo estar descalza en la arena de la playa 4 Encantos, mirando el mar y con los tacones de la novia en una mano y en la otra, mi cámara. En ese momento me di cuenta de que la pareja que tanto me había imaginado, existía y que era toda para mí. Yo también estaba a punto de vivir una experiencia mágica. Eran ellos, pero mejor de lo que los imaginé. La boda de Andre y Jesús fue una celebración de la vida y un homenaje de agradecimiento al universo por permitirles encontrarse en amor.

Así como las novias sueñan, uno como fotógrafo también lo hace. A todas las parejas las invito a escribir su propio guion, a crear cada detalle basándose en la singularidad de su historia. Creo que lo que crees, lo creas. Así pues que, novias y novios: ¡a soñar que su amor lo merece!

Susana de la Calle.

ESTE TEXTO FUE ESCRITO POR JULI LONDOÑO PARA LLM.

(EN INSTAGRAM LA ENCUENTRAN COMO @CARECOCO). HERMANA DE PABLO, DE SANTIAGO, DE FELIPE. PERIODISTA, ENAMORADA DE LAS LETRAS HECHAS LIBROS, HISTORIAS, VIAJES, CANCIONES DE SABINA. SU FIRMA TIENE –SIEMPRE– UN ESPACIO EN LAS PÁGINAS DE ESTA LIBRETA MORADA.

CRÉDITOS

  • Lugar: Quinta del Mar, Isla Tintipán.
  • Ceremonia: Melina Rojas y Bodas Simbólicas en Amor.
  • Planeación, diseño y styling: Bodas de Cuento, Alejandra Acevedo.
  • Fotografía: Susana de la Calle.
  • Vestido de la novia: Gina Murillo.
  • Zapatos de la novia: Julieth Estrada.
  • Accesorios de la novia: Tocado de Rosh Millinery.
  • Maquillaje y peinado: Silvia Sanabria.
  • Traje del novio: Juan Pablo Socarrás.
  • Zapatos del novio: Cole Haan.
  • Decoración: Bodas de Cuento.
  • Mobiliario: Cartagena Mágica.
  • Producción: Playa Producciones.
  • Comida: Adriana Santos Eventos.
  • Postres: Dos hechos por Adriana Santos (enyucado y marquesa de chocolate) y uno hecho por una señora del Islote de Santa Cruz.
  • Invitaciones: Digitales, diseñadas por el novio.
  • Anillos: Blue Nile Diamond.
  • Ramo: Ora Floral Agency.
  • Música: Dj Fetcho, Dj Juank Bernal, Tropikal Broders.
  • Hora loca: Música de Tropikal Broders. 
  • Página web: Withjoy.com
  • Video: The Wedding Lab.

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