Siempre hay movimiento en sus fotos. Acercaos mucho. Miraos a los labios. Acordaos de vuestro primer beso. Juntad las frentes. Deciros te quiero con la mirada. Ahora con la barbilla. Tú, abrázala, ponte por detrás. Sonrían. A Serafín Castillo no le gustan las poses exageradas. Dirige, pero la foto que le gusta es lo que sucede justo después de cada indicación. Crea la escena, motiva, no intimida.
Español, de Málaga. Durante la primera media hora de su taller en la Convención Nacional de Fotógrafos, en Medellín, dijo, por lo menos, seis veces puta madre, quince veces ostia y treinta veces guay. Lunes, 8:00 a.m., 22 de mayo de 2017. Serafín advierte que es mal hablado y yo, que soy la única en el salón que no soy fotógrafa, disfruto escucharlo contar historias. Con su acento marcado, con sus palabras y palabrotas. Un sorbo de café para el jet lag y a un ritmo más acelerado que lento, producto de la emoción, empieza a hablar de su vida, a ir y venir sobre una misma idea. A revelar detalles. A contarnos.
Que es maestro de escuela, estudió tres años en la Universidad de Granada y cuando terminó la carrera, se dio cuenta de que no le gustaban los niños. Que su primera cámara, un regalo de sus papás, fue una Nikon. Que The Rules of Work es su libro favorito, y aunque no habla nada de fotografía, le ha ayudado muchísimo a darle otra mirada al negocio. Que su mayor aprendizaje es no prometer lo que no puedas cumplir. Que siempre intenta disparar en nublado y a la sombra porque le gustan los colores poco contrastados, la luz suave. Que es un fotógrafo de bodas que no le gustan las bodas, le gustan las historias. Las fotos íntimas, la pareja, las fotos que transmíten cercanía.
Que está enamorado y por eso Ote, su novia, siempre está presente en sus conversaciones. Que intenta siempre quitarse de las bodas de salón, no le gusta estar encerrado. Que siempre incorpora el elemento humano en las fotos y no le gustan las de producto. Que copiar y pegar un email a un cliente nunca es una opción, todos los escribe desde cero. Que su vida se divide en un antes y un después de Shala. Que no lo quiere hacer igual a todo el mundo, que se cuestiona como fotógrafo. Que siempre intenta no quedarse con las ganas de nada. Que le gusta arriesgarse. Que le encantan las bodas de destino. Que siempre que pone una foto en blanco y negro es porque le gusta muchísimo y quiere que solo se enfatice en la mirada, el movimiento o la figura. Que hay que pensar más como novios y menos como fotógrafos. Que la suerte se encuentra trabajando.
También habló de cosas técnicas. De edición, presets, tarifas, presupuestos, lentes, planos, viñetas, 6D, 35, flash. Habló de las sesiones preboda, de la importancia de la música en ellas, del papel del fotógrafo como director de arte. De dedicarles un día a esas parejas que se saben querer. De ir a su casa, conocerlos, ver cómo pelean, cómo se ríen, cómo se miran, cómo hablan, cómo se abrazan. Y mirarlos, con el corazón, a través de un lente.
Acercaos mucho. Miraos a los labios. Acordaos de vuestro primer beso. Juntad las frentes. Deciros te quiero con la mirada. Ahora con la barbilla. Tú, abrázala, ponte por detrás. Sonrían.
Hace unas semanas recibimos un correo que decía:
¡Gracias Sera! Por este regalo, por ir a nuestra casa, por tu amistad, por prometernos que vas a volver con Ote, por mostrarnos cómo es el amor según Serafín Castillo.
Les compartimos algunas fotos de esta sesión de pareja tan especial, tan íntima, tan desafiante (¡son más de 100!) y aprovechamos para contarles 50 cosas sobre nuestra relación.
¡Gracias Sera! Por este regalo, por ir a nuestra casa, por tu amistad, por prometernos que vas a volver con Ote, por mostrarnos cómo es el amor según Serafín Castillo
(57) 315 383 6348 + (57) 310 549 0848 info@lalibretamorada.com
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