La historia de Lica Creativa se cuenta en plural, ya no es solo la de Lina, es la de sus dos hermanos, papá, mamá y Dios. Cada uno apropiado de su rol. Andrés gerencia. Es el ordenado, el visionario, la mano derecha. Nati se mueve entre facturas y números, el polo a tierra. La razón. Marta es amor y entrega; compañía y tranquilidad. Carlos funciona como un reloj, estricto y puntual.

Todo siempre coordinado, con una la logística impecable. Y las cosas salen como las soñaron gracias a  un grupo grande de colaboradores que cada fin de semana se pone la camiseta de Lica Creativa. Con orgullo y compromiso.

Convencida de que lo mejor de la vida no se planea, simplemente sucede, Lina empezó con la decoración de forma empírica. Después, con el tiempo y las posibilidades económicas, se fue formando. Entendió que decorar es mucho más que poner una flor: es un arte. 

“Todo tiene un porqué y un para qué y para eso hay que estudiar”, asegura. Empezó con un curso con Yiya Vélez, luego viajó a Argentina para estudiar ambientación de eventos y espacio creativo. Hizo un máster en decoración floral con Karen Tran y espera seguir aprendiendo, de la teoría y de la práctica.

En Lica los clientes pueden contratar el servicio de wedding planner e, incluso, alquilar menaje y mobiliario. Tienen vajillas, cristalería, cubiertos, sillas, mesas, luces, fogatas. Básico y de lujo, en diferentes tonos. La oferta es amplia, por eso es mejor pedir el catálogo digital.

Un antes y un después. Terminó el montaje y todavía faltan dos horas para que empiece la boda. Sin carreras, sin afán, así les gusta trabajar en Lica. Ahora las flores, esas que vienen de diferentes cultivos, ya no solo se destacan por su aroma, lucen por su belleza.