Renovación + Cartagena + Amigos

Apuntes

Más que conectores, para unir las palabras de este título necesitábamos un signo. Porque, viéndolo bien, la historia de la renovación de votos de Juan y Cata es una historia de muchas sumas. De sumar el tiempo y la calma que no tuvieron cuando se dieron el sí por primera vez; de sumar años (20 de casados, casi 30 juntos) y decidir celebrarlos, a su gusto; de sumar la compañía de amigos, los de la vida, los del alma; de sumar buenos momentos en la romántica Cartagena. En resumen, de sumarle motivos al amor.

1988. Se conocieron en El Castillo, en Medellín, en unos quince a los que Juan, literal, se coló. Esta confesión se la hizo Cata a Isa, de Isabel Estrada Eventos, quien estuvo a cargo de la planeación de esta renovación y, por supuesto, de contarnos todos sus detalles. Se casaron ocho años después, en el mismo lugar, un miércoles de noviembre. Fue un matri práctico, rápido, que no tuvieron mucho tiempo de soñarse, ya que necesitaban viajar (a los dos días) a Estados Unidos, donde Juan adelantaba sus estudios y donde continuaría su vida laboral.

Quizás fue el recuerdo de esa celebración a contrarreloj o la nostalgia de no haberla podido disfrutar ni planear a consciencia lo que hizo que, 20 años después, Juan se animara a proponerle a Cata que renovaran sus votos. (Este paréntesis para contarles que, hace muy poco, en esta Libreta morada, casualmente también contamos la historia de otra renovación, la de Caro y Miguel, que pueden leer aquí).

En Isa -que fue compañera de colegio de Cata y que mucho tiempo después la vida se encargaría de conectarlas- encontraron la (buena) compañía para construir ese momento. Una premisa fue clave en la organización: querían que solo estuvieran la familia más cercana (papás y hermanos) y los amigos que han hecho a la largo de la vida; esas amistades “cultivadas” en los países que, por el trabajo de Juan, han tenido la oportunidad de vivir: Estados Unidos, España, Brasil, Colombia y ahora Chile. Solo 60 invitados, pero todos cercanos al corazón.

Algunas ideas iniciales desviaron su rumbo, sin alejarse mucho del camino original. Juan quería, por ejemplo, casarse en la playa, descalzo, pero después de evaluarlo, y pensando en tantos invitados que venían de afuera, que además no conocían Colombia, eligieron a la mágica y turística Cartagena para que el evento se sintiera como un pretexto de vacaciones. El gran reto de los novios y de Isa: ¿cómo lograr que esta reunión de “desconocidos” se viviera verdaderamente como un encuentro de amigos? Además de crear un chat en Whatsapp con todos los asistentes, diseñaron un completo plan de actividades para cuatro días. Día uno: coctel de bienvenida en el Hotel Las Américas. Día dos: botes, una playa privada, sol, mar… Día tres: el de la ceremonia de renovación de votos. Día cuatro: un brunch de despedida, en el patio de El Marqués Hotel Boutique.

Sin duda para Isa, que se enfrentaba a su primer matrimonio en Cartagena, esta también se cuenta como una historia de sumas. De sumar meses de organización, de sumar aprendizajes, de sumar talentos, de sumar amigos a su equipo de trabajo, esos que le brindaran la tranquilidad y la confianza de que todo iba a salir bien. Por eso, a excepción de los hoteles, la locación y servicio de catering, todos los proveedores que la acompañaron (¡muchos hacen parte de esta Libreta morada!) eran de Medellín: Beat Banda, Agustín Bedoya Fotografía, Biviana Suárez (peinado), La Pec (maquillaje), Mesa y Bar (servilletas y platos base), Andrés Pajón (vestido de la novia); Carolina Roldán, como dupla de wedding planner; y Flores de Abril, con el trasteo más grande: todo el mobiliario y la decoración.

Día tres. Casa de Don Andrés de Madariaga y Morales, Conde de Pestagua. A esta residencia colonial, ubicada en pleno Centro Histórico, María Antonia, de Flores de Abril, supo potenciarle su encanto Caribe llenándola de muchas luces, palmas, follaje, flores, cocos y algunos toques dorados. Conectada con la idea de que fuera una reunión de amigos, dispuso en el patio central una gran mesa, tipo imperial, en forma de cruz (zoom a las fotos con todos los bonitos detalles).

La ceremonia de bendición de argollas, oficiada en un rinconcito de la casa, transcurrió íntima, con una energía especial, cuenta Isa. A Juan y Cata los acompañaron sus hijos, Samuel y Sara. Y es que no solo era una fiesta por sus 20 años de casados, era también una celebración por esa familia construida. Los sonidos de un saxofón marcaron el ritmo de la recepción que luego dio paso a la comida y a la rumba. A la alegría de compartir.

Viéndolo bien, al título de esta historia también habríamos podido ponerle “x” en vez de “+”. Renovación x Cartagena x Amigos. Porque, sin duda, el resultado de esta sencilla ecuación, además de sumarle motivos al amor, también lo multiplica.

La frase del tablero del bar resume la esencia de esta celebración
Luces, palmas, follaje, flores, cocos, una exaltación al Caribe, a Cartagena, con el sello de Flores de Abril
Para el recuerdo: Isabel Estrada con los novios-esposos.

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